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Antes
de que Silver Kane fuese Francisco González Ledesma y “Selecciones
de Reader Digest” nos abreviara la literatura existente, existía
una revista, llamada “Mecánica Popular”, cuyo lema era “Instruir
deleitando”.
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Yo aplicaría
el lema de la susodicha revista al libro con que Juan Eslava me ha
instruido y deleitado y al que intentaré aproximarme desde mis
límites en la escritura.
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En
la línea de los viajeros que “descubrieron España para los
españoles” en el siglo XIX: Washington Irving, Jorge Borrow,
Richard Ford y más tarde en el siglo XX Camilo José Cela; Juan
Eslava Galán, autor de una calidad suficientemente contrastada, se
recrea en mostrarnos la historia de España a través de su
producción olivarera de la mano de Masaru Saito, un japonés
comisionado por su empresa para localizar a un antepasado del
director.
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Con
una prosa que engancha, como es habitual en él, Eslava nos hace
acompañar a Masaru por unas y otras comarcas, pueblos y alquerías
en su misión y nos va instruyendo a la vez de: las distintas
especies de olivo existentes, sus cualidades organolépticas,
rendimiento oleícola, beneficio para la salud, procedimientos de
extracción
a lo largo de la historia y las distintas anécdotas, poemas chistes,
dichos y costumbres que caracterizan cada rincón de nuestro país.
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Impagables
las fotos, pie incluido, con que acompaña muchas de sus
descripciones como alguna de las imágenes de actrices de moda en sus
tiempos mozos.
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Somos
muchos los fieles que seguimos a Juan Eslava en su recorrido
literario, lo mismo en sus novelas como en sus ensayos de índole
histórico sociológico y he de decir que en ninguno de los géneros
defrauda.
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El
humor socarrón con que impregna su literatura y su estilo ameno y
próximo hace que cualquier libro, por él escrito, sea una garantía
de pasar un agradable rato de lectura, que al fin y a la postre, es
de lo que se trata.
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