miércoles, 20 de junio de 2012

EL CENTAURO BAJO LAS AGUAS - Sergio Coello (Reseñas 35)


El centauro ocupa un lugar en la mitología clásica como resultado de la unión de Ixión (rey de Tesalia) y de una nube- creada por Zeus con la forma de Hera-  para castigar la audacia del rey por  desear a la diosa. Son mezcla de bestialidad y cultura en su representación mitad caballo, mitad hombre.
Son pocos los centauros a los que la mitología prima por su cultura: Folos, que ofreció una generosa hospitalidad a Heracles y Quirón,  preceptor de Aquiles; el resto fueron marcados por su animalidad y lujuria.
Sergio Coello no es un recién llegado a la escritura y ello se observa en lo elaborado de su discurso y la utilización de un lenguaje rico y trabajado que se suele echar en falta ante escritores con “marchamo”
“El Centauro bajo las aguas”, título sugestivo que evoca la  imagen de un intento de galopar hombre-animal entre  turbiedad, es una novela sobre un hombre, que ha llegado al descubrimiento de que en España, en la primera década del siglo XXI,  no existe sitio para él porque el aire que se respira lo asfixia y echa en falta aquello que en el ser primigenio era su fuente y espacio vital, el agua.
A través de una búsqueda desde el centro de su laberinto personal- a dónde ha llegado para quedarse- Jazquín, Abilio nos va desgranando su historia de rechazo social a todas las convenciones personales, familiares y sentimentales en dónde muestra su efigie hueca porque su interior no puede estar con nadie.
La unión de Abilio y Ceilán, un caballo árabe símbolo de la belleza y lo indómito, convierte al protagonista en ese centauro que cabalga hacia rincones, hoy ignotos, buscando ese líquido amniótico o laguna que pudiera ofrecerle ese hábitat del que un día- hace eones- fue eyectado.
Con una cuidada descripción del mundo interior del personaje, con recursos y referencias culturales, guiños que Coello introduce en la trama , la historia discurre a través de metáforas que constituyen puntos de anclaje hasta un final deseado, por inevitable.
Una novela, metáfora dentro de innumerables metáforas, como una matrioska que encerrase sucesivamente otras menores hasta llegar a la  indestructible.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, José Diego, por tu generoso comentario sobre El centauro bajo las aguas, esa novela que fue tan dura de escribir para mí. Recuerdo que su creación resultó ser una mezcla de dolor y placer. Como diría mi admirado José Luis Alvite, algo así como abrazar a un niño en llamas,

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